top of page

Capítulo secreto...

​

- ¿Qué cómo descubrí todo esto del recinto y de los Andaluins…? -dijo el abuelo repitiendo la pregunta que Lucía le había formulado… -Es una buena pregunta…

- ¡Cuéntanos, Papo! –dijo Santi casi fuera de sí de la impaciencia.

-Bueno, es que esa pregunta tiene dos respuestas…

- ¿Cómo es eso, Papo? –quiso saber Tomas.

-Bueno, porque yo tuve que descubrir dos veces al Recinto para conocer mi linaje.

- ¡¿Qué?!! ¡¿y eso?!! ¿Por qué dos veces? –se sorprendió Santiago que se salía de sí por conocer la historia. Sus hermanos también se sorprendieron. - ¡Cuéntanos abuelo!!

-La primera vez yo era muy pequeño… Apenas si tenía seis años y fue por accidente… y como era tan chico, no podía asumir mi rol como guardián del recinto; entonces mi abuelo Gregorio, decidió hacerme olvidar aquel suceso… borrarlo de mi memoria.

- ¿Y cómo hizo para hacerlo? –dijo Luli.

- ¡Seguro te hipnotizó…! –arriesgó Santi.

-Podría haberlo hecho, la verdad… Porque mi abuelo manejaba ese arte ancestral con gran maestría. Pero la hipnosis deja rastros en el inconsciente profundo que se pueden manifestar a través de los sueños, algún tiempo después, y no quería correr ningún riesgo.

- ¿Te convencieron de que habías soñado? – insistió Santiago. - ¡No se imaginan las cosas que yo sueño cuando me quedo dormido fuera de mi cama…! ¡Si realmente me creyera todo eso estaría cucú!!  –agregó haciendo círculos con su dedo índice sobre su cien.

- ¡Imposible!!! Me contó el abuelo que yo estaba como loco mirando todo aquel lugar fascinado. Caminaba de un lado para el otro sin poder creer todo lo que se presentaba a mis ojos… ¡Incluso me metí extasiado en una de las cuevas…!, la del abominable hombre de las nieves, que dicho sea de paso no es nada abominable, al contrario, es como un osito de peluche gigante…

- ¡Hay que lindo Papo!! ¿Podemos ir a visitarlo? –exclamo Lucía enternecida.

- ¡Luli, no te vayas del tema! –Tomás interrumpió el hilo de la conversación que se estaba desviando a cualquier lado. Y luego arriesgó… –Le pidió a Amanda que te hiciera un “hechizo de olvidación”, ¿Verdad?

-No, tampoco fue eso… Lo que hizo fue ponerme baba del gusano de Ferminch… Una baba que te hace olvidar por completo y para siempre…

Los chicos no podían salir de su asombro… cada frase del abuelo involucraba seres o situaciones completamente fantásticas. Apenas se había acostumbrado a la confirmación de la existencia del abominable hombre de las nieves (que fue a parar a una de las cuevas hábitat del Recinto, cuando pidió asilo porque los humanos se habían empeñado en capturarlo y ya no podía vivir en paz en sus nevadas montañas) aparecía un ser aún más desconocido y fantástico…

-… pero hay que tener muuuucho cuidado con la dosificación de esa baba ya que si te excedes en la preparación, puedes perder absolutamente todos tus recuerdos…

- ¿Y entonces, Papo? ¿Cómo descubriste el Recinto la segunda vez? –apuró el relato Tomás.

-Fue durante mi cumpleaños de dieciséis… Nosotros vivíamos, a media cuadra de aquí, en un pequeño apartamentito por lo que pasaba casi todo el día en la casa de mi abuelo que me fascinaba como ya saben y han experimentado… y además tiene este jardín fabuloso… Todos los festejos familiares se hacían en esta casona, y estábamos en pleno festejo con mis amigos, mis primos… ¡lleno de gente! De pronto me llamó la atención que Amanda se acerca a mi abuelo y le susurra nerviosa, algo al oído. Mi abuelo inmediatamente le hace una seña a mi padre pidiéndole que se acerque y también le susurra algo al oído… Obviamente que eso me llamó la atención… yo, al igual que ustedes, percibía que en esta casona pasaban cosas que no eran para nada normales, y que mi abuelo y mi padre me ocultaban cosas…

- ¡Eras una luz, Papo! –se le escapó a Santi, sarcásticamente. Luli lo miró reprobatoriamente.

-Continúa, Papo, no le prestes atención –dijo Tomi.

-Los dos se retiraron raudamente del salón encargándole a Amanda que buscara al tío Jorge. Seguí a Amanda con mi mirada hasta que encontró al tío y también le susurró algo al oído, y también salió de la habitación raudamente hacia la cocina… obviamente que lo seguí, pero cuando entré a la cocina, había desaparecido. Noté que la puerta al sótano estaba apenas entre abierta y me lancé hacia adentro… Miles de imágenes e ideas se agolpaban en mi mente… ¿Qué podrían estar haciendo allí abajo? ¿Es que serían parte de alguna extraña secta, que tenían algún tipo de cuarto secreto allí abajo? La verdad es que nunca había bajado… así que podría encontrarme con cualquier cosa. Era un verdadero laberinto, y estaba en penumbras por lo que me dejé guiar por el sonido de sus pisadas. Lo seguí en silencio hasta una pequeña habitación… Las paredes eran de piedra maciza y él se enfrentó una de ellas, a la del fondo. Allí, simplemente dijo: ¡ábrete… déjame pasar…! Y para mi enorme sorpresa el muro macizo comenzó a correrse con un sonido áspero y profundo mientras sentía como el suelo temblaba suavemente bajo mis pies.

- ¡Pá! ¡Qué momento, Papo! No lo habrás podido creer… -dijo Luli.

-Imagínate, lo que fue para mí… Lo mismo que ustedes están viviendo en este momento. Luego de atravesar la puerta, dijo: ¡ciérrate!! Y se perdió dentro de un oscuro túnel… Por suerte me dio tiempo para escabullirme adentro, mientras el muro de piedra volvía lentamente a su lugar… Recorrí el túnel lentamente…, no tenía idea de con qué me iba a encontrar… Mi idea era permanecer oculto, que no se supiera de mi presencia, pero cuando llegué al Recinto, quedé abrumado por lo que estaba viendo que sin darme cuenta entré al mismo caminando lentamente, como un zombi mirando para todos lados si poder creérmelo… todas las paredes horadadas como un queso gruyere por decenas de cuevas, esos imponentes portales… La cúpula de roca cristal estaba al rojo vivo palpitando como un corazón agitado y mi abuelo, mi padre y el tío estaban colocándose, a toda prisa, un extraño uniforme del estilo militar… cómo si tuvieran que acudir a apagar un incendio…

-¡Qué tremendo –dijo Tomi –¿y qué hicieron al verte?!

-Eso fue aún más extraño… -me vieron y siguieron como si fuera lo más normal del mundo… El abuelo me miró y dijo: ¡al fin nos encontraste!!! Y papá se acercó a mí y mirándome a los ojos me dijo: nos tenemos que ir…, no toques nada… no entres a ningún lado, vuelve a tu fiesta y cuando regresemos hablamos sobre esto… Y sin esperar a que yo dijese palabra (y es que no podía emitir sonido alguno) agarraron unas extrañas herramientas y tocando algo en una rarísima mesa con forma de anillo, se perdieron dentro de uno de esos enormes portales, luego de que éste se abriera con un espectáculo de luces, y rayos que ni les cuento…

-¡Puahhh!!! –exclamó el más chicos de los hermanos… -¡Esta sí que es una historia impactante!!!

-Yo no pude ni moverme…, me quedé ahí parado, como un zombi… hasta que Amanda vino a rescatarme. La fiesta por supuesto que había terminado y todos me estaban buscando por todos lados, preocupados. Mi madre estaba desesperada… ¡imagínense!! Mi abuela inventó no se qué cosa y los mandó a todos para sus casas y me llevó junto con mi madre, a uno de los cuartos… Ahí me acostaron en una cama y Amanda me dio una sopa. Seguro tenía alguna de sus pociones porque me dormí casi en el acto… Y esa es la historia de cómo su abuelo Papo descubrió que era un Andaluin…

sorpresa-removebg-preview (3).png

El descubrimiento del abuelo...

bottom of page